La vida es inconclusa.
El hecho que tengamos la expectativa de la eternidad, no es más que un síntoma de que todo está como dicen los ticos, “a medio palo” todas las cosas son un trabajo inconcluso.
Eso me di cuenta en la mañana que pasé por mi arrollo favorito y noté que luego del aguacero de ayer, las piedras están acomodadas de formas diferentes. El agua ha moldeado el cauce y parece otro arrollo diferente. Como que está en plena construcción. Observé otras cosas alrededor del mismo, y con paciencia, entendí que las mismas rocas, las plantas que están aquí, este camino, y mi personalidad, no se han dado por concluida.
Recuerdo que el otro día leyendo sobre los grandes personajes, por ejemplo D Vinci , se le criticaba de que casi todas sus obras fueron inconclusas. Y así muchas grandes obras de la humanidad. Se puede decir que nada se ha acabado totalmente. ¡Que mal! O ¡que bien! No sé,
Pero eso abre la esperanza de que la evolución tenga caminos nuevos y espacios donde mejorar su belleza y su complejidad.
No estamos aquí para terminarlo, sino para seguir construyendo. Más bien seguir transformando. Pienso en las moléculas biológicas; las más grandes y complejas que se pueden encontrar. Y veo la vida como la constante transformación de las cosas simples en cosas complejas. De lo plano a la multidimensional, de lo opaco a los colores y de lo escueto a la belleza. De lo preconcebido a la creación. Pienso en la ley de la termodinámica que afirma que todo tiende a desordenarse, y veo la vida como todo lo contrario, como la organización de partículas sueltas en formas complejas y auto reproducibles.
Veo una creación que esta sin terminar. Veo una posibilidad de ser creador.
Y me doy cuenta que tengo la oportunidad de crearme, porque aún estoy sin terminar.
Por eso soy eterno.