sábado, 9 de octubre de 2010

Lección del río # 18

La vida es inconclusa.

El hecho que tengamos la expectativa de la eternidad, no es más que un síntoma de que todo está como dicen los ticos, “a medio palo” todas las cosas son un trabajo inconcluso.
Eso me di cuenta en la mañana que pasé por mi arrollo favorito y noté que luego del aguacero de ayer, las piedras están acomodadas de formas diferentes. El agua ha moldeado el cauce y parece otro arrollo diferente. Como que está en plena construcción. Observé otras cosas alrededor del mismo, y con paciencia, entendí que las mismas rocas, las plantas que están aquí, este camino, y mi personalidad, no se han dado por concluida.

Recuerdo que el otro día leyendo sobre los grandes personajes, por ejemplo D Vinci , se le criticaba de que casi todas sus obras fueron inconclusas. Y así muchas grandes obras de la humanidad. Se puede decir que nada se ha acabado totalmente. ¡Que mal! O ¡que bien! No sé,
Pero eso abre la esperanza de que la evolución tenga caminos nuevos y espacios donde mejorar su belleza y su complejidad.

No estamos aquí para terminarlo, sino para seguir construyendo. Más bien seguir transformando. Pienso en las moléculas biológicas; las más grandes y complejas que se pueden encontrar. Y veo la vida como la constante transformación de las cosas simples en cosas complejas. De lo plano a la multidimensional, de lo opaco a los colores y de lo escueto a la belleza. De lo preconcebido a la creación. Pienso en la ley de la termodinámica que afirma que todo tiende a desordenarse, y veo la vida como todo lo contrario, como la organización de partículas sueltas en formas complejas y auto reproducibles.

Veo una creación que esta sin terminar. Veo una posibilidad de ser creador.
Y me doy cuenta que tengo la oportunidad de crearme, porque aún estoy sin terminar.
Por eso soy eterno.

Lección del río # 17

¡Libertad, solo quiero libertad!!
Me dije aturdido una tarde mientras corría, casi huyendo de las innumerables actividades de la semana. Las que ya había hecho y las que me faltaba por hacer. Porque tantas responsabilidades a veces me pueden ahogar y no me dan espacio para respirar.

Trotaba y trotaba obligando este lento cuerpo a ir más rápido. A veces el cuerpo es parte de lo que te aprisiona. Y no quería pensar en los compromisos ni en nada de lo que me pasa por la cabeza todo el día. A veces los pensamientos son parte de tu cárcel.

Llegué exhausto al rio, y busque mi piedra favorita para sentarme. Y lo iba a hacer, pero me dije, ¡quédate de pie perezoso!. Y así de pie quería cerrar los ojos para no distraerme con nada, pero no, me dije, ¡mantenlos abiertos perezoso!. Entonces trate de no pensar en nada para estar tranquilo, pero me dije ¡piensa, perezoso! Y así en estado de alerta escuche casi gritar a la rio decir, “la libertad es estar a la expectativa de cada instante como el agua a punto de caer, estar despierto como el agua cantarina de la catarata, en el filo del ahora como el agua de la poza. La libertad es hacer una cosa a la vez como el agua de este río sin gastar energía concentrándose en realidades ficticias que aturden la paz.

¡Libertad no es huir!

Es encontrar tus límites, y conquistarlos. Saltar la maya. Luego, ir más allá hasta encontrar otros, conquistarlos y seguir haciendo más grande tu atmosfera.

Libertad no es huir de ti, es encontrarte.

Libertad no es escapar de tu cuerpo, es gozarlo y vivirlo al máximo.

Libertad no es dejar de pensar, es volar, soñar, conquistar y construir mundos con el pensamiento.

Libertad no es dejar ir el espíritu, es ir con él a todas partes.