martes, 18 de octubre de 2016

La rosa rosada


La rosa rosada.
Como los brazos  del río,  la rosa  rosada
colgaba muy débil de una alambrada.
como brazos de un río
cayendo  al abismo de una cascada.
Sin ojos que miren, la rosa está sola.
De que le sirven los colores al pétalo,
si el sol no le alumbra ni ella sonríe,
tres tardes de invierno solita en la cerca
nadie la mira, la musa esta triste.
Tres amaneceres de solitaria  gala, luego morir,

Corriente arriba en el río el pescador solitario
titubea antes de lanzarse a la catarata arremolinada. Cansado.
Pero mira la musa en el agua peinando su pelo negro indiferente a la luna
mirando la rosa marchita en su mano, moribunda y callada.
El hilo del rio y la luna dibujan la silueta de la musa en el agua.
Pero ella no mira, pensando en su rosa,
que trajo en su mano  de la alambrada.
No mira en el aire cayendo de la cascada a su espalda cae el pescador .
Como de una nube  al llover,
se precipita desde lo alto de la cascada.
Golpeado el agua su chapoteo despedaza la flor y hace saltar la musa.
Se asusta, mira desvanecerse la rosa
igual de solitaria que en la alambrada
bajar por el rio en pedazos como sus sueños de niña.
Del agua de pronto como  elfo del rio, emerge su cuerpo.
La mira desnuda, sus ojos de fuego se apagan y encienden al ver su mirar.
De miel y de hielo sus ojos oscuros, la  diosa el rio.
Instantes eternos miro en su mirar,
el agua y el tiempo dejo de pasar.
La rosa en el agua sus pétalos muertos se hundieron al fin.
Las piedras heladas ardieron
y dentro su seno  sintieron gritar.
Las algas los peces, el aire y el sol, quedaron flotando.
Instantes sin tiempo, murmullos de grillos lejanos;
a esperas de un beso, de algo, cualquier cosa; el amor.
Batallas inmensas  su mente de niña, no quiero, si quiero ¿qué pasa?
¿Qué se hizo mi rosa? La rosa rosada de la alambrada.
Está hundida, fundida en el agua ligera del rio.
Batallas inmensas y siglos de espera
su mano extendía, como un pescador.
Había navegado los hilos del rio, desde la nube hasta el mar.
Desde la naciente hasta el rápido y la posa.
Había conquistado quebradas y mares, y juntado piedritas,
piedritas de colores y rayos de luz de todos los ríos.
Miraba sus ojos, lloraba por dentro,
Atento a su cara, sudaba de miedo.
El aire exhalaba, exhausto y atento.
Su pelo mojado, tapaba su boca
atenta a su cara, sudaba de miedo,
el aire inhalaba; el aliento de él.
Un beso, un silencio, y el rí
o continuó.
Un beso mojado, y el cielo se abrió.
Un beso ligero, y la rosa vivió.
De pronto las piedras del rio se pintaron
De rosa y de luz, de fuego y amor.
La rosa de la alambrada lleno la ribera
De pronto millones de flores rosadas abrieron su alma
Y el rio cual adorno de bello paisaje
Calmo sus corrientes y al mar deslizo.
Rodeaban las piedras los troncos, las cercas.
De rosa la tarde, con mucha dulzura la flor dibujo.
Sin miedos sin tiempo, se fueron sonriendo,
Pintaban manadas de garzas y cielos, debajo del sol.
La musa mojada, la rosa rosada
el beso de fuego de un pescador.