La rosa rosada.
Como los brazos del río, la rosa
rosada
colgaba muy débil de
una alambrada.
como brazos de un río
cayendo al abismo de una cascada.
Sin ojos que miren,
la rosa está sola.
De que le sirven los
colores al pétalo,
si el sol no le
alumbra ni ella sonríe,
tres tardes de
invierno solita en la cerca
nadie la mira, la
musa esta triste.
Tres amaneceres de
solitaria gala, luego morir,
Corriente arriba en
el río el pescador solitario
titubea antes de
lanzarse a la catarata arremolinada. Cansado.
Pero mira la musa en
el agua peinando su pelo negro indiferente a la luna
mirando la rosa
marchita en su mano, moribunda y callada.
El hilo del rio y la
luna dibujan la silueta de la musa en el agua.
Pero ella no mira, pensando
en su rosa,
que trajo en su mano de la alambrada.
No mira en el aire cayendo
de la cascada a su espalda cae el pescador .
Como de una nube al llover,
se precipita desde lo
alto de la cascada.
Golpeado el agua su
chapoteo despedaza la flor y hace saltar la musa.
Se asusta, mira desvanecerse
la rosa
igual de solitaria
que en la alambrada
bajar por el rio en
pedazos como sus sueños de niña.
Del agua de pronto
como elfo del rio, emerge su cuerpo.
La mira desnuda, sus
ojos de fuego se apagan y encienden al ver su mirar.
De miel y de hielo sus
ojos oscuros, la diosa el rio.
Instantes eternos
miro en su mirar,
el agua y el tiempo
dejo de pasar.
La rosa en el agua
sus pétalos muertos se hundieron al fin.
Las piedras heladas
ardieron
y dentro su seno sintieron gritar.
Las algas los peces,
el aire y el sol, quedaron flotando.
Instantes sin tiempo,
murmullos de grillos lejanos;
a esperas de un beso,
de algo, cualquier cosa; el amor.
Batallas inmensas su mente de niña, no quiero, si quiero ¿qué
pasa?
¿Qué se hizo mi rosa?
La rosa rosada de la alambrada.
Está hundida, fundida
en el agua ligera del rio.
Batallas inmensas y
siglos de espera
su mano extendía, como
un pescador.
Había navegado los
hilos del rio, desde la nube hasta el mar.
Desde la naciente
hasta el rápido y la posa.
Había conquistado
quebradas y mares, y juntado piedritas,
piedritas de colores
y rayos de luz de todos los ríos.
Miraba sus ojos,
lloraba por dentro,
Atento a su cara,
sudaba de miedo.
El aire exhalaba, exhausto
y atento.
Su pelo mojado,
tapaba su boca
atenta a su cara,
sudaba de miedo,
el aire inhalaba; el
aliento de él.
Un beso, un silencio,
y el rí
o continuó.
Un beso mojado, y el
cielo se abrió.
Un beso ligero, y la
rosa vivió.
De pronto las piedras
del rio se pintaron
De rosa y de luz, de fuego
y amor.
La rosa de la
alambrada lleno la ribera
De pronto millones de
flores rosadas abrieron su alma
Y el rio cual adorno
de bello paisaje
Calmo sus corrientes
y al mar deslizo.
Rodeaban las piedras
los troncos, las cercas.
De rosa la tarde, con
mucha dulzura la flor dibujo.
Sin miedos sin
tiempo, se fueron sonriendo,
Pintaban manadas de
garzas y cielos, debajo del sol.
La musa mojada, la
rosa rosada
el beso de fuego de
un pescador.