Salà por los potreros de la finca de mi papa una tarde de sábado, “mis tardes favoritas” Y como siempre, llevaba un libro en mi mano.
Atravesé la finca de un vecino hasta entrar al sendero de hojas que te lleva hasta el lugar mas bello del rÃo. Es un rio de aguas tan prÃstinas que se pueden ver nÃtidamente las piedras a mas de dos metros en lo profundo. La gente dice que es el agua más helada de la región.
Sobre una piedra muy grande, me dispuse a leer despacio algo de Cohello y luego me di cuenta, según leÃa, que el rÃo querÃa decirme algo. Cerré las páginas suavemente.
Las pequeñas caÃdas de agua en la corriente de roca en roca y de posa en posa parecÃa un susurro directo a mis oÃdos.
Luego escuche las chicharras por al menos dos minutos, luego se adueñó de mi atención el cortejo de unas aves que pasaban de largo entre las ramas. Algunos minutos después me invadió un sonido relajante, era el deslizar del entre las piedras del rio arriba y luego las pequeñas cascadas rÃo arriba.
El viento chocar con las hojas de los árboles y las pequeñas ramitas al caer. El zumbido suave que hace el aire rodeando las hojas al pasar y de otras hojas al caer girando de mil maneras. Grillos lejanos y cascadas lejanas y hojas de árboles lejanos.
Luego mi propia respiración interrumpiendo las demás cosas
y luego mi alma tratando de callarse.