jueves, 14 de marzo de 2013

El testigo.




Al levantarte por la mañana empujando la oscuridad al oeste detrás de lo montaña.
Agradecí.
Detrás de la ventana cantaste mientras picabas guayabas del la cerca.
 Alegraste  mi día.
Limpiaste mi piel, dando frescura y juventud, desde tu naciente hasta mi ducha.
¡Que rico sentí !
Deleitase mi boca, con tus granos, queso,  café y  amor en la mesa. 
 ¡Cuanta abundancia!
Cuando pasaste moviendo el aire y dejaste el olor a cipreses.
 Me sentí  dichoso.
Me saludaste, sonreíste, y llevaste a trabajar.
Bella compañía afectuosa.
Iluminaste mi torpe cabeza, solucionando cada detalle de la jornada.
 ¡Genial!
Llenaste de paz los momentos a solas, recárgame de fuerza y fé. 
¡Gracias ¡
Estuve sentado por la tarde, y te sentí recorrer mi cuerpo energizando.
¡Qué jubilo!
Escribiste estas palabras, sin pensarlo mucho, solo sintiéndote ser.
  ¿Quién eres?
Y las leíste ahora, presencia amiga.
 Mi  otro yo.