martes, 24 de agosto de 2010

Leccion del Río #2

Luego de haber escuchado mi silencio. La primera vez cerca de sus aguas. Me dio un poco de miedo.
Porque a veces da miedo lo que puedo encontrar en esa película interna que no cesa. Esa película que te acosa, que te recuerda las cosas que no hiciste, las que hiciste mal y todos esos juicios que has escuchado y los que me he sentenciado yo mismo. Serpientes, monstruos, ofensas, perezas, fracasos y éxitos a medias, como suelen ser los éxitos del ser humano.

Y escuchando las cascadas como si fueran un eco de tiempos lejanos, como un masaje en mis hombros y a la ves un abraso de madre, el agua del río me dijo muy calladamente.

“no hay nada mas tonto que la auto culpabilidad, nada mas inútil que el juicio, y nada mas improductivo que perder el tiempo mirando atrás. Mira mis aguas, cómo renuncian a su posición en el instante de pasar por allí, mira mis aguas, como se entregan sin miedo a la gravedad y sin esfuerzo se dirigen al mar que les espera a sus anchas. Sin miedo. Nada puede impedir que lleguen tarde o temprano al mar. Nada. Es cuestión de entrega y tiempo."

El silencio es como una intención de entrega, un impulso hacia la corriente de la vida, el encuentro con uno mismo en el silencio, es un paso hacia el autodescubrimeinto y el reencuentro con el camino al mar. Es saber de la inmensa generosidad del creador que nos conecta cada instante con el objetivo de la vida; la eternidad.

Hojas secas, y gotas de agua caían en mi espalda serena. Caricias de una tarde que terminaba; y secretos, y la invitación a regresar al río a escuchar otro día sus lecciones.