martes, 22 de octubre de 2013

Somos los hijos de la tierra.

Somos los hijos de la tierra.
Un cuento que los antepasados contaban a sus hijos, detrás de una fogata, con leña olorosa y con canciones. Esa historia somos. Un relato sagrado que cada ves que se cuenta se agrega un capitulo nuevo, creado por un profeta, un líder de la época. Una leyenda inconclusa. Un sueño que despierta solo para darse cuenta que aun esta dormido y no es de madrugada todavía. Los hijos desobedientes que salieron a jugar al ángel escondido.
Somos los hijos  de la tierra.
Los revolucionarios, que luchan contra su propia historia. Queriendo romper cascarones pétreos donde se escribieron ayer creencias que ahora nos sofocan. Los rebeldes de la tierra que para no morir como un tronco seco,  aprendió a reproducirse más que en ADN en ideas. Saltando así la baranda que limitaba el umbral de una existencia plana.
Somos los hijos de la tierra.
El brote de una idea que los dioses enterraron en el corazón de la tierra. Y que se fue desplegando como un gusanito perezoso en  los mares, luego creció buscando el sol y floreció en la primavera de la creación con ramos de colores y alabanzas. Eso somos, hijos de los dioses que sin ellos percatarse, les pisamos los talones, y queremos conquistar el universo.
Somos los hijos de la tierra.
Somos semillas inteligentes, como todas las otras semillas. Espíritus materializados en miles de formas autoconscientes. Eso es,  un intento de Dios por hacerse florecer en su creación. Y por multiplicarse a si mismo, como todo ser vivo.  Semillas de un universo que cultiva sus sueños en  una materia, que al organizarse produjo hierba, animales y soñadores.
Somos hijos de la tierra.
Lideres, con sueños a flor de piel. Intenciones encarnadas que pujan por desplegarse como una crisálida madura. Realidades imaginadas que esperan el suelo húmedo para iniciar la búsqueda del sol. El verde retoño y la larva, el árbol y la mariposa;  un ser multidimensional que a veces llora y ríe. Porque la historia es breve, el tiempo escurridizo y los sueños que no se siembran se duermen para siempre. Somos los líderes que aprendemos de maestros inmortales, conquistamos tierras y metas, y queremos ser leyendas.

Somos los hijos de la tierra.