lunes, 30 de agosto de 2010

Lección del Río # 6

Ese día llegué cansado, y fue uno de esos, que uno pasa distraído, sin poner los pies en el suelo, y preguntándose a gritos sordos, ¿quien soooooOy? Porque hay ocasiones que uno transita como zombi y no es testigo de su propia conciencia.
Estuve de pie unos minutos sobre una roca plana, mirando las aguas hacia arriba del río. Seguí con la mirada una hoja seca, que venía de cascada en cascada, esquivando las rocas salientes y apresurándose en las partes mas angostas. Ella no luchaba contra la corriente. Observé sin pensar, las rocas, quietas, serenas y muy seguras de sí mismas. Escuché un rato, no se cuanto. Y de repente casi pude escuchar esta lección del río, como contestándome mi pregunta muda. ¿Quién eres?
Soy esta cascada, que se apresura a caer por la pendiente entre las rocas, furiosa y alegre, pronta y desprendida.
Soy estas rocas, por donde pasa el agua, a veces serena, a veces rápida y escandalosa y con paciencia voy tomando forma, sin prisa, moldeada por el paso de la corriente.
Soy la naciente que estiró su vida por la ladera. La que brotó tierras arriba desde el corazón del suelo, y acaricia frescamente la piel de la madre tierra por entre sus rendijas.
Soy la poza, calma y mansa, que muestra sus secretos de colores en el fondo. Dejando juguetones peces nadar en su seno, y a los árboles coquetear entre sus espejos, cuando el sol entra por sus ramas y refleja sus verdes y sus flores.
Soy la unión de mis ramales, que van bajando la vertiente, como las venas que se unen en conductos más grandes hasta llegar al corazón. El pequeño arrollo de la pendiente, el río turbulento de la creciente y el gran río calmo de la llanura que recoge muchas aguas sin esfuerzo.
Soy el agua, la que un día llovió ligera, la que regó los potreros haciendo crecer la hierba, la que dio de beber al ganado y mojó tus pies la otra tarde sentado una de mis rocas mientras escuchaba mis secretos.
Soy el arrollo, el río pequeño, el grande, y soy el que llega entregado a su sueño. El mar.
Soy el mar, que respira las aguas del río. Soy el cielo, que respira las aguas del mar cuando el astro sol las evapora felices. Soy las nubes viejeras que regresan flotando las aguas a la montaña y sin pena ni atraso las entrega a la madre tierra en miles de gotitas como pensamientos que vuelven a alimentar las nacientes.
Tomé un poco de su agua, directamente en la boca. Miré mi rostro y pensé, ese soy yo.
Enrique 30 de agosto 2010.