martes, 25 de mayo de 2010

hoy queria mirarte por allì

Por las calles de mi bario.

Hoy quería mirarte por allí
Por entre las calles de aquel pueblo
Donde creciste y crecí
Pero tus calles son ajenas
De un pueblo muy lejano
Y mis calles son distintas
Como nuestros destinos

Hoy quería encontrarte en mis cuadernos
y leí mis viejos poemas
historias y pensamientos
a ver si entre los renglones
Sentía tus sentimientos
pero mi historia tiene penas
y la tuya cuentos de hadas.

Hoy cerré los ojos para escucharte
entre el cantar de las aves
entre el caer de las aguas
y la riza de los niños
pero no estabas allí
ni en el trinar ni las aguas
ni las rizas infantiles
Estabas en un silencio
Lejano de mis oídos.

Hoy quería oler de ti piel
el perfume mas hermoso
y agudicé mis sentidos
para olvidarme del resto
Invoque flores y aromas
para oler tus abrazos
pero no estabas allí
solo estaba tu recuerdo





Hoy solo quería abrazarte
Verte, besarte, oler tu piel
pero no estabas allí
deseaba amarte y la tierra anduve
pero no estabas allí

Hoy me rendí en el silencio
por no haberte encontrado
caí ciego, y sin sentido
renunciando a los placeres
los colores y perfumes
por no mostrarme tu rostro
ya no quería ver el mundo.
si tú no estabas allí


Al despertar, camine de nuevo por las calles de mi barrio
y ya no buscaba nada
sin dirección ni afán caminaba
y cantaban los yigüirros
cual coros angelicales
caminé por un buen rato
saludando a mis amigos
y jugando con los niños
con un total desapego
sentí el placer de la tarde
sin buscar nada fui hasta el río
a escuchar de sus historias
me acerque muy despacito
para no interrumpir su canto

y allí estabas sentada
en una piedra cantando
con el agua y con las aves.
y allí estabas mirando
buscándome entre las aguas
entre las hojas de los laureles
y el olor de tierra mojada

me miraron tus ojos grandes
y al mirarte encontré todo
los colores, los perfumes
los abrazos y los besos
la caricia, los recuerdos
y los sueños conquistados
encontré una sonrisa clara
unas manos de muchacha
que de las mías se tomaron
y por las calles de mi barrio,
caminaron cada tarde.

Enrique 7

La Ültima ves que estuvimos juntos.


DE DONDE VENIMOS.

Anoche, después de preguntarme por este adiós
Subí a la colina más alta de la montaña
Y entregue todo mi pensamiento al vacío.
Cerré los ojos y abrí los del alma
Busque la respuesta, te busque entre la nada.
Y te vi en la colina más alta de la montaña vecina
Te vi sentadita, mirando tu alma también en silencio.

Estabas igual que yo, buscando su alma gemela
La luna estaba detrás de ti en ese instante
Muy grande, y vi tu silueta de ángel

No se si fueron mis sentidos o los tuyos
Porque en ese momento supremo
Salí de mí,
Tú saliste de ti
Y nos unimos en ese rayo de luna.
Se escuchó un concierto de grillos en el valle
Cantaban nuestras historias de siempre,
de cómo durante la historia de la vida en la tierra igual que todas las almas,
Buscamos el complemento.

Cantaban historias desde que fuimos una chispa de energía electrónica
Separándose por primera ves de un núcleo protónico,
En el momento cero, cuando de la nada, en la mente de Dios
Se concibió el universo por primera ves,
Y por primera ves nos separamos en seguida.
Dando vueltas uno en orbita con el otro.
El universo tomo forma entonces,
Tomando forma los planetas, mares y cielos.

De cómo nos separamos, y viajamos formando estrellas por millones de años, hasta que de nuevo, coincidimos en esta tierra,
como un par de gotas de agua, en el océano primitivo.
Donde apenas unas células luchaban por iniciar la vida.
Fuimos testigos en ese entonces del milagro más grande, vimos una célula duplicarse por primera ves,
Pero en esa primera división, volvimos a separarnos.
Y vagamos por el fondo de los mares, de nuevo buscándonos,
Entregando la vida sin apego, a cambio de acercarnos un milímetro mas.
Y la vida conquistó los mares, la tierra y los cielos.
Por mucho tiempo no nos encontramos ni una tarde para ver un ocaso común,
yo en el agua, tu en la tierra
Yo en una rama tu volando por el cielo como una abejita llevando el polen.

La siguiente vez que estuvimos juntos,
Fue cuando en una planta brotó la primera flor.
Yo era estambre y tu el estigma de la flor mas hermosa.
Todo el valle se lleno de flores.
Y la tierra, los mares y el cielo conocieron la belleza de los colores

Adornamos el paisaje, en esa flor especial
Fue la primera ves el amor se trasformó de espíritu a materia
Haciendo el amor los dos primeros gametos.
Hubo primaveras por siempre.

Ya había forma, vida, amor y belleza
Nuestra historia tenia sentido,
Pero seguimos separados en este mundo.
Como semillas que lleva el viento

Luego vinieron los siglos, queriendo encontrarnos
Entre los mares, las rocas y las corrientes de aire.
Nuestras almas separadas cuales gametos buscando unirse.
Caminaron seres vivientes, con formas, colores y sexos

Hasta una noche de luna,
Que todo estaba sereno
Y las hormigas, los búhos, las flores
Y todos los novios del mundo
Se hincaron mirando al cielo
Porque esa noche de nuevo
Se encontraron nuestras almas
Con un cuerpo de hombre y de mujer
Una fuerza incontrolable, como de placa tectónica
Nos atrajo cuerpo a cuerpo, boca a boca
Esa fue la noche del beso sagrado.
Que vino a la tierra para sanar el amor.
Y todo tuvo sentido,
Las formas, los colores, el amor.
Al fin unidos en reencuentro de almas.

Sentadita en tu montaña,
Y los grillos en silencio
Esperando la respuesta
Yo pensando con tu mente
Esperando el fin del canto
Que será
Que será
Que será de nuestra historia.

Enrique Segura

El origen de los colores.

"este pequeño cuento lo dediquñé a mi hijo que esta por nacer, y fue publicado en el periódico de la provincia de Limòn CR. en abril 2010."
Cuando nacieron los colores.

A una esperanza, que esta por nacer, y le esperamos como se espera un amanecer de colores, lleno de alegría.

Dicen que los colores no existieran, si no fuera por un ave que los invocó con su canto. Eso sucedió en los tiempos que los niños aun jugaban a construir mundos nuevos, cada tarde.
Por las tardes, en aquel mundo de blancos y grises, los ancianos se reunían alrededor de un árbol gigante. Cantaban sus historias inmemoriales de otros tiempos, sueños y universos. Los niños salían sin miedo a los jardines a buscar ángeles en el bosque. El que encontrara más podía elegir que tipo de frutas cosecharían los árboles mágicos al día siguiente. Porque había unos árboles que cada día cosechaban frutas diferentes, según los deseos de los niños.
La forma de saber que había encontrado un ángel era muy fácil; al niño le brillaba la cara y su sonrisa contagiaba a los demás. Corrían; casi volaban entre los arbustos y riachuelos. Por allá sonaban las risotadas de uno, en frente de una hoja de palma que se agitaba al viento donde un ángel se daba a conocer. A otro le brillaba la carita mirando estático cómo el sol lanzaba los últimos rayos del día. Un niño, que casi siempre ganaba, caminaba detrás de una fila de hormiguitas que cargaban hojas; de ves en ves, soltaba sus ricitas, y la carita le brillaba. Los demás le miraban felices y a veces encontraban ángeles mirándole.
Esa tarde, escucharon un sonido extraño por entre las ramas de un árbol, como un lamento. Los niños no sabían que era porque las aves aún no habían aprendido a cantar. Muchas cosas no estaban hechas en esos tiempos. Ellos creían que era un ángel triste que volaba por allí. Todos buscaron alrededor de aquellas ramas hasta que vieron un ave del color del barro, con las alas abatidas, y casi sin aliento. No cantaba; sollozaba. Pero aún en su lamento, el sonido encantó a los niños, y luego de observarle un rato, limpiarle las plumas, y calentarlo con sus manitas, sintieron también un ángel en esa ave. Uno especial y muy grande que venia de otros tiempos.
En tanto, los ancianos habían hecho un ritual alrededor de una pequeña fogata. Habían cantado una plegaria por la Tierra y rogaban al cielo por la eternidad de tanta belleza. Rogaron porque en el futuro, siempre las personas encontraran el encanto natural de cada ser vivo. Luego de sincronizar sus cuerpos, mentes y espíritus, hubo un silencio y escucharon un lamento lejano, como de otros tiempos. Como si hubiesen abierto un portal del futuro en respuesta a su plegaria, y de allá les mandasen una respuesta viva.
Estaban en su trance confundidos, porque un anciano entristeció de repente; cuando llegaron los niños alarmados a interrumpirles. Traían un ave moribunda entre sus manos, una criatura jamás vista por ellos en esos tiempos.
El más anciano, que estaba sollozando por primera ves en la vida, miró al ave, y la reconoció de inmediato. En su reciente sueño. Hacia uno momentos, la había visto, muchos años en el futuro. Estaba en un tronco grande y seco, rodeado de una gran desolación, y de una atmósfera densa de malos aires. El ave cantaba desesperadamente como invocando al cielo, por tanta desolación, por tanto aire, y agua impura. Cantaba sus lamentos porque el hombre creador, ya no buscaba los ángeles en las cosas, y ya no apreciaba la belleza natural. Las personas paseaban por allí fríamente y no se les iluminaba la cara cuando observaban las plantas, los ríos ni el sol ni cada atardecer. Como si no encontraran el reflejo de su corazón en las cosas que le rodeaban, y la vida que les rodeaba no estuviera allí. El ave se lamentaba porque no había un sentido, todo era gris, y no había belleza digna de ser contemplada. El plumaje de esta misteriosa ave, al intentar levantar sus alas débilmente, se confundía con el aire que le rodeaba, igual de gris que el paisaje y la conciencia de los hombres de ese entonces. La belleza, se estaba disipando de sus corazones y no había nada en el entorno que les despertara de nuevo esa sensación.
Así, comprendieron que esta extraña criatura venía de un futuro posible, y que respondía a sus plegarias, y a los niños que buscaban un ángel especial.
Esa noche, todos en el lugar, soñaron con esa ave. Los niños, mujeres, jóvenes y ancianos. Y en su sueño se reunieron de nuevo, en un lugar sin tiempo ni espacio que limitara sus deseos. Y todos desearon que el ave misteriosa volara, y cantara alegre. Desearon en esa tierra de los sueños, que la vida les regalara un don especial, para que ese futuro lejano fuera diferente, y las personas siempre tuviesen belleza alrededor que despertase el encanto de la vida.
Hicieron una ronda, bajo los árboles mágicos, y el ave estaba en el centro de todos. Conforme cantaban y danzaban, los árboles emanaban poco a poco rayos de luz, que eran absorbidos por aquella ave, que cada ves cantaba mas fuerte con ellos. Tomados de la mano y cantando con un gozo infinito, danzando con energía alegre, miraban como los rayos de luz, tomaban un tono diferente. Los grises explotaban en hileras de colores y se arremolinan en torno al ave del futuro. En la conciencia de estos soñadores, se despertó por primera vez los colores. Las plumas del ave, y su alegre canto, abrió caminos en las mentes de todos y la energía de las cosas mostró una nueva dimensión, como regalo a la humanidad. El ave alzó vuelo por entre ellos, y cuando aleteaba, de sus alas y de su canto salían vibraciones que contagiaban de color todos los seres del bosque.
Hubo una gran riza, una gran iluminación en los rostros de todas las personas presentes, como cuando veían Ángeles, porque no era otra cosa. En ese sueño compartido, todos eran concientes que cada despertar en adelante sería diferente, habrían colores, y cantos de aves diferentes en el cielo.
Despertaron felices, cantando y riéndose. Alrededor de las chozas, surgía un nuevo mundo, con los mismos ríos, los mismos árboles y el mismo aire. Pero ya nada sería igual, porque ahora una energía diferente se dejaba apreciar entre las cosas, EL COLOR.
Se escuchaba un cantar entre los árboles mágicos, era un ave del color de la tierra, y cantaba tan hermoso, que los niños al escucharlo, se les iluminaba el rostro, y los ancianos, sonreían y veían un futuro lleno de esperanza. Todos observaron que con los colores, nació la esperanza de la belleza infinita, y que por siempre, los seres humanos podrían fácilmente, ver la vida y los ángeles dentro de cada cosa. Para que ese futuro gris, nunca fuera posible.
Los árboles cosecharon en adelante, flores de colores, y frutas diferentes cada uno. Para alimentar las aves, para embellecer las conciencias de quien les mirase con ojos de niño. Porque los colores son la señal de que la vida se ilumina, canta y brota de cada criatura. Y los deseos de las personas son una realidad, siempre que logren mirar la belleza, y sientan la presencia de los ángeles en las criaturas.

Enrique Segura